Como he dicHo antes, una de las pocas ventajas del acuartelamiento voluntario, no porque lo diga el estado, es poder cocinar con calma.

Nada más «con calma» que «blues» instrumental en el pod, Don Q Añejo en el vaso y el horno holandés en la terraza.

En esta ocasión, más básico no podía ser, pollo con papas…

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Sazonado el pollo, se sella por ambos lados sobre aceite caliente en el fondo del horno holandés precalentado.

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Una vez sellado, como 10 minutos por cada lado, se le añaden las papas y las hierbas aromáticas que desee.

Luego se cubre y se deja cocinar por una hora. ¡NO LO ABRA! Recuerde qué, al igual que con en la barbacoa, «si estás mirando, no estás cocinando».

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Como con cualquier otro método, para cocinar en el horno holandés, es importante manejar el calor. Para eso, uno debe controlar la cantidad de briquetas de carbón a ser usadas y, cada 15 min, girar la olla 15 grados en dirección del reloj y la tapa 15  grados en dirección contraria para asegurar una cocción pareja.

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Pasada la hora, rocié un poco de páprika y con una brocha pinté el ave con aceite saborizado. Pero cada cual use le que le agrade, incluyendo matequilla.

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Otros 20 o 30 minutos más de cocción y el resultado es un sabroso y tierno pollo que en mi caso, que solo somos dos personas, nos sirvió para alimentarnos dos días.

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Como valor añadido, con los jugos producidos durante la lenta cocción hicimos un sabroso «gravy» (aderezo o salsa) con solo añadir harina vegetales. este aderezo no solo dio más sabor al pollo, lo usamos para el almuerzo del día siguientes sobre tostadas y chorizos parrilleros.

¡BUEN PROVECHO!