
Con el hueso que sobró del pernil asado anterior, ¡POTAJE!












Como he dicHo antes, una de las pocas ventajas del acuartelamiento voluntario, no porque lo diga el estado, es poder cocinar con calma.
Nada más «con calma» que «blues» instrumental en el pod, Don Q Añejo en el vaso y el horno holandés en la terraza.
En esta ocasión, más básico no podía ser, pollo con papas…
Sazonado el pollo, se sella por ambos lados sobre aceite caliente en el fondo del horno holandés precalentado.
Una vez sellado, como 10 minutos por cada lado, se le añaden las papas y las hierbas aromáticas que desee.
Luego se cubre y se deja cocinar por una hora. ¡NO LO ABRA! Recuerde qué, al igual que con en la barbacoa, «si estás mirando, no estás cocinando».
Como con cualquier otro método, para cocinar en el horno holandés, es importante manejar el calor. Para eso, uno debe controlar la cantidad de briquetas de carbón a ser usadas y, cada 15 min, girar la olla 15 grados en dirección del reloj y la tapa 15 grados en dirección contraria para asegurar una cocción pareja.
Pasada la hora, rocié un poco de páprika y con una brocha pinté el ave con aceite saborizado. Pero cada cual use le que le agrade, incluyendo matequilla.
Otros 20 o 30 minutos más de cocción y el resultado es un sabroso y tierno pollo que en mi caso, que solo somos dos personas, nos sirvió para alimentarnos dos días.
Como valor añadido, con los jugos producidos durante la lenta cocción hicimos un sabroso «gravy» (aderezo o salsa) con solo añadir harina vegetales. este aderezo no solo dio más sabor al pollo, lo usamos para el almuerzo del día siguientes sobre tostadas y chorizos parrilleros.
¡BUEN PROVECHO!
Buscando alternativas de recetas en YouTube, encontré los que los estadounidenses llaman «beef stew«. Es decir masa de carnes cocidas en su propio jugos, acompañados de aromáticos y carbohidratos como papas y vegetales.
Una especie de carne guisá, pero «gringo style» en un «horno holandés» sobre brasas o carbón.
Inspirados en los videos, compré carne para guisar. Tuve la suerte de encontrarla «USDA CHOISE«, que tiende a ser más tierna.
Sazoné la misma con aceite saborizado con ají verde, le añadí un «rub» picantito para carnes comercial y le polvoreé féculas de maíz para que ayuden al sellado y a espesar el guiso.
Tras varias horas de maceración, calenté bien la olla de hierro y con aceite vegetal sellé la carne.
Le añadí los aromáticos típicos de la cocina francesa, el «miropoix«, y cocine hasta que soltaron su esencia.
En este punto le añadí caldo de res, y lo tapé por una hora a fuego mediano.
Pasado los 60 minutos, más o menos, le añadí papas y tapé nuevamente por 20 min. Hasta que las papas ablandaron.
Para terminar le incorporé maíz y habichuelas tiernas. Lo deje tapado 20 minutos más y listo
La complejidad de los sabores y las tiernas texturas, junto al trasunto picoso del aceite de ají verde y del «rub» resultó en una experiencia verdaderamente maravillosa.
Aunque tradicionalmente los guisos en Puerto Rico se sirven acompañados de arroz blanco, en este caso lo serví con pan frances y una cerveza que balancearon muy bien los fuertes sabores.
¡BUEN PROVECHO!