
Ante el obsceno calor del verano caribeño, decidí almorzar un sándwich de ensalada de camarones.
Mientras los camarones se cocinaban en agua, machaqué un ajo y lo incorporé al aceite de oliva sazona con sal y pimienta negra.
Cocidos los camarones, los piqué en trozos y los sazoné con albaca fresca y una pizca de pimienta roja.
Para terminar, incorporé los camarones al aceite saborizado con ajo, tosté un pan ciabatta que aderecé con mayonesa comercial y finalmente monté el sándwich para servirlo con “chips” y una cerveza….

¡Buen provecho…!
En la entrada anterior a este blog se describe como marinar con jugo de manzana un pernil delantero que terminó cuatro horas en la barbacoa.

La idea de cocinar un pernil para solo dos personas, como en el caso de mi casa, es tener proteína disponibles para varios días. Con esa carne se pueden preparar rápidamente un sinnúmero de alternativas sabrosas.
En esta ocasión, que contaba con un pan de centeno fresco de Baguette de Puerto Rico la opción obvia era sándwiches.

El fuerte y peculiar sabor del pan de centeno junto a la acidez de pepinillos y mostaza, dominaron y balancearon maravillosamente el fuerte dulzón de la “corteza” del pernil.

En resumen, cuando vienen a costo efectividad tan necesaria en este tiempo de reclusión por causas del COVID 19, invertir tiempo frente a la barbacoa, no solo es bueno para el bolsillo, también es maravilloso para el espíritu.
¡Buen provecho!
Recientemente compré un paquete de “robustos” filetes de pez saba. Barato y bajo en grasas es una excelente alternativa para consumir proteínas saludables.

(Foto de pangasiusfish.blogspot.com)
Corté uno de los filetes en 4 porciones, las que sazoné a gusto, las pasé por harina de maíz para luego freírlos.

Luego preparé, siguiendo la receta de Mi Esquina Boricua y Más, un pan frito para que sirviera de base para montar con dos porciones un sandwich que aderecé con mayonesa y pepinillos.
Algo sabroso y diferente a un precio bien económico.
¡BUEN PROVECHO!
Hay veces que se triunfa fracasando.
Ese es el caso del mejor sándwich de pollo que he comido en mucho tiempo. Dos tapas del pan rustico de Baguettes de Puerto Rico, dos lascas finas de queso suizo, y pechuga rebanada producto de dos horas de cocción con carbón en un “dutch oven“. Todo eso aderezado con mostaza amarilla.
Digo que el emparedado es producto de un fracaso, pues todo comenzó como a las diez de la cuando decidí probar por primera vez un dutch oven y trata de asar un pollo. Un dutch oven es un caldero (olla pa’los del norte) de hierro que sirve para cocinar con carbón directo simulando un horno regular o de estufa.
Lo primero fue aceitar el interior de la olla, que aunque era nueva, ya viene pre-sazonada. Es decir que ya pasó por el proceso de quemar aceite para que selle la porosidad del hierro colado y lo proteja de la oxidanción.
Luego le añadí unas papas en el fondo para sirvieran de sostén o soporte y para que el pollo no descanse sobre el hierro caliente. Regularmente se usan papas pequeñas, pero las de más tamaño se pueden trozar en cuarto y funciona igual.
Sobre las papas coloqué el pollo que llevaba dos días en el refrigerador aderezándose con adobo criollo. En este caso lo corté tipo mariposa por la pechuga. Para asegurarme más ternura, entre la piel y la carne, le puse mantequilla.
Luego añadí lo que los franceses llaman un mirepoix. Entiéndase cebolla, celery y sanahorias. Además le puse ramitas de orégano y aceite de ajo para complementar el sazón criollo.
Terminado este proceso lo tapé y le puse los carbones. En esta ocasión unos nueve (9) carbones debajo y quince (15) sobre la tapa.
Para asegurar uniformidad en la cocción, cuando se usa un dutch oven con carbón, se debe girar noventa (90) grados la olla en un dirección y la tapa en la otra cada quince (15) minutos. Pasado cuarenta y cinco (45) minutos se remplazan el carbón. A los noventa(90) minutos, con una temperatura que pasa de los ciento noventa grados la carne está tierna y lista para su consumo.
Es aquí donde descubrí mi error. La cantidad de aromáticos produjo más un guiso que un un asado, tipo de cocción que yo buscaba. Así que recogí todo el carbón que quedaba, lo puse sobre la tapa para tratar de generar suficiente calor para dorar el cuero del pollo. Cosa que no produjo gran resultado por lo que terminé dorando la carne en un sartén sobre la estufa. En realidad debí haber hecho al comienzo del proceso.
No obstante la falta de textura en la piel del pollo, la carne del ave quedo literalmente perfecta. Tierna al toque y con una concentración de sabor indescriptible. Igualmente sabroso fue el caldo producto de la cocción del ave y los aromáticos que literalmente saturaron con su sabor las papas que sostuvieron el ave durante su cocción.
En fin que, si bien fracasé en mi intensión de asar un pollo en el dutch oven, no es menos cierto que el sabor y la textura de la carne quedaron maravillosas. Cosa que pude constatar al usar una de las pechugas para el sándwich comentado arriba.
Definitivamente el mejor emparedado de pollo que he comido en mi vida.. Nunca he comido una pechuga tán tierna y sabrosa.
Valió la pena el trabajo, ¡buen Provecho!!!!!
Cuando viene a controversias que levantan pasiones entre los ponceños, una de las principales tiene que ser dónde hacen el mejor pan.
Como los Hartfield y los McCoy del sureste estadounidenses, generaciones de ponceños se dividen en torno a cual de las dos panaderías emblemáticas de la Ciudad, La imperial o La Boriqueña, preparan el mejor pan de agua.
Es decir, quién prepara mejor esa versión de pan que se distingue por una crocante corteza tostada y un esponjoso interior. Una especie de híbrido entre el pan italiano y el baguette francés.
Controversia aparte, hay algo en que La Boriqueña en el Coto Laurel de Ponce si tiene la ventaja. Su cafetería “old school” de esta panadería es una ermita donde, como relicario cultural, se guarda y se conserva la mejor tradición para desayuno ponceño.
En Ponce, esa gastronomía mañanera incluye el sándwich de jamón, queso y huevo. Por supuesto “con todo”, que en Ponce significa lo que la receta de la casa incluya.
En el caso de La Borinqueña, el emparedado sale con dos huevos, varias lascas gruesas de jamón y un par de rebanadas de queso americano. Esa creación del genio industrial estadounidense que no es queso realmente, pero que nos cautiva cuando niños y que nunca podemos superar realmente.
Además incluye lechuga del país, tomate, ruedas de cebolla blanca cruda, todo adrezado con mayonesa, ketchup, sal y servido en el pan de agua de la casa.
Ese es el secreto pues, tanto en La Boriqueña, como en su archirival La Imeprial, el pan sale del horno cocido al punto que permite, cuando se usa para sándwiches, terminar la cocción en la plancha o tostadora de presión.
En fín que, si usted quiere experimentar lo que es desayunar sándwich “Ponce Style”, La Boriqueña en el Coto Laurel “la hace”.
Sobre qué pan es el mejor, no me meto ene eso. Esa se la dejo a usted, si viene Ponce, visite las dos panaderías y únase al equipo de entienda, “team Boriqueña” o “team Imperial”.
¡Buen provecho!
Por Gary Gutiérrez
Durante el pasado fin de semana encendimos a “Jimena” para tratar de ahumar unos perniles.
El proceso, de nueve (9) horas de cocción, no fue tan mal según el juicio de los voluntarios que le dieron “pa’ bajo” en la casa de la maestra Carmen Inés.
Aun cuando la estética de la pieza porcina dejo algo que desear, sobre todo cuando vino “al cuerito” que se pasó del crocante, el sabor y la textura fue suficiente para que mis amigos se sacrificaran y le atacaran sólido. Incluso lo que sobró se lo llevaron para el revoltillo con pan del domingo.
Claro, cuando se “corre” una barbacoa como Jimena por nueve (9) horas, lo más inteligente es incluir otras piezas para sacarle más provecho a la leña, que barata no es.
En esta ocasión dos codornices maridadas al seco con especias y limón cumplieron esa función.
Una de estas codornices terminó el lunes deshilachada en un sándwich de ensalada fría.
Desmenuzadas y cortadas las pechuguitas, se le incorporó cebollines frescos, arándano, y zumo de limón. Todo se aderezó con mayonesa comercial y se sirvió en pan de agua -especie criolla de pan francés- con tomate y aceite de oliva.
Ufff el juguito de limón hizo la diferencia… “buen porvecho”
Si hablar de sandwches en Ponce es hablar de religión, la guaguita de Mickey Jr es poco menos que una ermita consagrada a la tradición.
Con el pan tostado pero suavecito, como debe ser, y la cantidad adecuado de mayu-ketchup complementando las proteínas y la ensalada, los emparedados de Mickey Jr tienen un espacio en Partenón sandwichero de la ciudad. Como muestra basta el sándwich de jamón queso y huevo, pa’ desayuno no tiene precio.
Sabrosos, finos y tradicionales ponceño Mickie Jr detrás de KFC-Rambla “la hacen”.
Altamente recomendado…
Por Gary Gutiérrez
Si algo distingue en este momento el paisaje gastronómico ponceño, es el surgimiento de “espresso bars”. En su mayoría copias de una misma formula y con un menú batante genérico dirigido al público femenino, los “hipsters” o “yupis”.
Sin embargo, como reza el dicho popular “de cualquier maya sale un ratón”.
Recientemente mientras esperaba en turno en Malao, uno de eso coffee Bar, mi mente se fue en un viaje de nostalgia al leer en una de pizarras: Sandwich de Bifté en pan criollo.
Para los ponceños, pan criollo es lo que en otras jurisdicciones boricuas llaman pan de agua, pan frances o pan obrero. Es decir una mezcla entre el pan de hogaza y el pan baget.
Sin darme cuenta era 1971 nuevamente y en mi paladar resonaba el icónico sabor del sandwich de bifté preparado en la desaparecida cafetería La Catalana de la esquina Salud y Comercio en Ponce. Pan criollo relleno de carne perfectamente sazonada a la criolla, con un notable toque de vinagre y complementado con lechuga, tomate y cebolla. Todo eso amarrado con el aderezo tradicional ponceño, ketchup y aceite de ajo…
Para mi “confort food”.
Movido por la nostalgia y sin muchas espectativas terminé pidiendo el empanedado que costaba nueve veces lo que que hace más o menos cuarenta años pagaba en La Catalana junto a una Fanta de uva en botella.
No obstante mis pocas espectativas y para mi sorpresa, el sandwich de bifté de Melao, “la hace”. on el primer bocado volví a ser aquel niño que al medio día se escapaba del comedor del Colegio para satisfacer su paladar con lo que sería una de las comidas más reconfortante para él.
Wow, hasta el trasunto de vinagre tiene el bifté de Melao, en el Ponce Plaza Hotel. Por supuesto, esta versión sale con mayonesa, adereso que se popularizoó en nuestra culinaria luego de la llegada de la refrigeración por un lado, y de los hermanos cubanos por el otro.
En resumen que si usted es de los que durante sus años mosos, “jangeaba” por La Catalana en la Salud y Comercio, puede que en el sandwich de bifté en Melao encunetre parte de ese tiempo que ya no es.
Claro es una lástima que ya no hay Fanta-Uva de botella… por eso me tuve que sacrificar y pedir una Stella… Buen Provecho
Se dice: sándwich de pollo y ahumada con una Medalla en el Club de los Amigos de Freddie.
Pollo trozado y salteado con jamón ahumado y servido en pan de agua “con todo”. Es decir con ensalada para los del norte. Por supuesto, Medalla para que baje.
Cuando viene a un almuerzo tarde en Ponce. el sándwich es una de las principales opciones. Y cuando viene a sándwiches, Los Amigos de Freddie en la Guadalupe y Unión es un templo por derecho propio.
¡Pide respeto!!!!
Buen provecho.
Por Gary Gutiérrez
Hay negocios que no son para principiantes.
Uno de esos, ubicado en la esquina noroeste de la Plaza Isabel Segunda de Ponce, es la sanwichera Thillet Dine & Deli.
De entrada usted sabe que este es un negocio “hard core” donde en la misma mesa se sientan tantos los desempleados como los profesionales. Donde igual se encuentras comensales desayunando con una Medalla, que jovencitas escolares disfrutando de un sándwich y un refresco.
Si bien esta ermita culinaria vende embutidos y quesos por libras, el santo grial son los sándwiches preparados por Michel Thillet propietario.
“Old school ponceño, baby”
Para comenzar todos los emparedados salen “con todo”, lo que para los del norte quiere decir con ensalada. “Con todo” es lechuga, Tomate, pepinillo y cebolla fresca, aderezados con mayonesa y kétchup, no con mayuketchup, con mayonesa y kétchup que no es lo mismo.
La diferencia es que al servirse separados, la mayonesa y el kétchup, cada bocado es un juego de sabores entre la aceitosa mayonesa y trazos dulce del kétchup interrumpido por la sorpresiva acidez de los pepinillos y el potente sabor de la cebolla. Es maravillosa y sabrosamente ponceño, así que no se ponga chango ni creativo, cómaselo como los prepara Thillet.
Sobre las carnes, embutidos, jamones y quesos, Thillet Dine & Deli es un altar al colesterol tradicional y al gusto criollo.
La carta incluye la jamonilla –SPAM-, salami, mortadela criolla, jamón ahumado o de cocinar como se llama en Ponce al jamón de pata; proteínas cocidas como la tocineta, los huevos y la tortillas, el bifté, el pernil, tortilla y los mariscos como el pulpo y los camarones.
Estas carnes o proteínas se combinan con quesos de verdad, no la aberración imitación producto de gelatina y aceites. Por ejemplo, hay queso de papa del que patea en la boca o manchego para los más finos.
Si bien la variedad de carnes, los quesos y los aderezos son toda una experiencia, en el Thillet Dine & Deli el pan de agua –mezcla de pan francés e italiano típico del sur de la Isla- es poco menos que perfecto.
Bajo horneado, y terminado de cocer con los jugos de las carnes en la tostadora de plancha, su textura es una combinación de corteza crocante y un interior suave maravilloso.
En fin, que si usted es un comidista probado y no un aficionado hípster o chinchorrero de nuevo cuño, le invito a pasar por la Plaza Isabel II, no se arrepentirá.
Advertencia
Si usted no es ponceño, venga prevenido, puede que no vuelva a comer sándwiches en otra parte del mundo.
He comido sándwiches memorables, el de lengua de Katz en Nueva York, el de jamón serrano en La Boquería de Barcelona, los de jamones curados y quesos sin pasterizar de lao Amish en Filadelfia, el de pata y holandés en la Barra Payán de Santo Domingo, pero en ningún sitio los emparedados tiene la terminación de aderezos, aromáticos y ensalada que caracterizan el sándwich en la Perla del Sur.
Así que si usted cree que está preparado, de la vuelta por la Plaza Isabel II y pregunte por Thillet.
Pero si usted todavía ladra como cachorrito, no sea atrevido y pretenda correr con los perros. La sanwichera de Thillet no es para principiantes….
Buen Provecho.
A pesar de que en la ciudad el Sandwich es una religión, una de las grandes deficiencias de Ponce es la falta de un buén sandwich cubano.
Ante esa carencia, el “Melao Cuban” es una honrosa alternativa. Jamón y pernil fresco, aderazado de un excelente aioli con mostazay pepinillos es una excelente representación.
Por supuesto, sale con unas papitas fritas maravillosas.
Por: Gary Gutiérrez
Recientemente, las gestiones del sábado en la mañana me llevaron a desayunar a la Panadería La Modelo.
Establecimiento que con varias administraciones, lleva décadas ofreciendo servicios en el barrio Pámpano, cerca del Coliseo y el Estadio de béisbol en Ponce.
Tan pronto entré mi mente regresó a los años como fotoperiodista de provincia cuando me amanecía en los cuarteles de la Policía y mi alimentación dependía de lugares como este.
A pesar del paso del tiempo, así como de las múltiples administraciones, La Modelo ha cambiado poco. De igual forma, cuando viene a los sándwiches, tampoco han cambiado mucho pues siempre fueron, buenos, bonitos y baratos.
En una ciudad donde el comer proteína entre pan de agua criollo es casi una religión, los sándwiches de La Modelo tiene un lugar especial aun cuando no sean realmente tradicionales. Para los que no son de la comarca, en Ponce se le llama pan de agua a la hogaza que parece una mezcla entre el pan francés y la italiano.
Cuando se dice que no son realmente tradicionales no es una crítica negativa, solo que se debe recordar que los empandados que se desarrollaron en Ponce para mediados del siglo XX se aderezaban solo con ketchup, aceite de oliva –del amarillo- saborizado con ajo.
Lo que ocurre es que con la llegada en la década del 1960 de los hermanos cubanos, hizo su entrada a la gastronomía local la mayonesa. Salsa que al juntarse con el ketchup creo nuestro aderezo nacional, el mayo-ketchup que en muchos casos hoy sustituye en los sándwiches al aceite con ajo.
A pesar que el menú de La Modela incluye una oferta básica como los clásicos sándwiches de bisté, pernil, , jamón queso y huevo, o el cubano, en esta ocasión por ser desayuno lo pedimos de revoltillo de La Modelo.
Una delicia que comienza con media libra de pan perfectamente sub horneada para que termine su cocción en la prensa sandwichera relleno de revoltillo criollo con jamón, que se complementa co más jamón y queso americano, si del que se derrite gomoso en la tostadora.
Una vez tostado en la prensa caliente, como se supone que se haga en Ponce, se le añade generosa cantidad de lechuga, tomate y se termina con el ya detallado mayu-kétchup.
¿Qué más quiere por $4:50? Sobre todo cuando con uno, fácil comen tres.
Por supuesto si usted es de los que le gusta bajar sus sandwichitos con la fría, no se hable más pues en La Modelo la tienen disponible.
Así que si usted está atrás, la Panadería La Modelo es un resuelve, por $4.50, desayunas y gualdas pal almuerzo.
¡Buen provecho!