

¡Buen Provechoso!
Lo que comemos y cómo lo comemos, es político.
Una de los mejores ejemplos de esta máxima tiene que ser el guiso de pata de cerdo.
Como el cuajo o mondongo, el cuajito o la gandinga, la feijoada, el gombo; el guiso de patita de cerdo surgió del desprecio, el abuso y la exclusión del racimo y la explotación.
Las manos de nuestras ancestrales madres africanas tornaron los cortes de carnes y los órganos que el blanco descartaba, por sus texturas o apariencia, en maravillosos y suculentos platos como los antes mencionados.
Así estos manjares surgen como un discurso contestatario por parte de las mujeres, que no solo mantuvieron saludables a sus familias, constituyeron un discurso de resistir en espera de otros órdenes políticos.
Cada uno de estos platos es un grito con el cual esas madres reclamaban su humanidad y dejaban claros que sus hijos e hijas sobrevivirían…
¡SALUD Y RESISTENCIA!