

Carne asada, queso cheddar y salsa de bbq con Guayaba…
Al parecer la palabra “milonga” tiene varios significados, dependiendo de quién y dónde se use. Usualmente, se refiere a un estilo musical que, nacido a finales del siglo XIX y principios del XX en la región del Río de la Plata en la Argentina, sincretiza ritmos españoles, autóctonos, africanos y caribeños, dando paso a una danza muy sensual.
Igualmente, el término “milonga” puede apuntar a un evento en el que personas se reúnen para disfrutar y bailar este sabroso género. El punto es que para la mayoría de la gente, el término “milonga” no solo recuerda la nación Argentina, sino que es indicativo de placer, compartir con amistades, así como de sabrosa intimidad.
Partiendo de lo anterior, no es de extrañar que “Milonga” sea el nombre escogido para un espacio donde desde hace un año se celebra la cultura culinaria rioplatense en Ponce.
Al igual que la milonga en la música, la gastronomía de la región del Río de la Plata en Argentina nace del sincretismo de varias culturas.
Estas son la española -traída por los colonizadores-, la autóctona que aportó el uso de productos y especias locales, y la italiana que llegó con los que huyeron de las miserias que generó en Europa la naciente revolución industrial en el siglo XIX.
Por tanto, experimentar la propuesta culinaria en Milonga es conversar con las tradiciones culinarias de esos pueblos, así como con la herencia familiar de José de Giorgio Grégory y Margot Allemanni Brosal, creadores de Milonga en Ponce.
Tanto las salsas para las pastas, como los guisos que rellenan las empanadas en este local ubicado en la carretera PR-14, encarnan la madurez de los buenos cocidos a fuego lento.
No puede ser de otra manera. Así fue como De Giorgio Grégory aprendió en la cocina de su madre y de su abuela, allá a mediados del pasado siglo en Buenos Aires.
De igual manera, las masa para las pastas y empanadas son producto de la memoria familiar de Allemanni Brosal, quien todavía se emociona cuando recuerda a su abuela, amasando y cortando la pasta fresca que servía todos los domingos en la mesa familiar.
Sus sabores, naturales, finos y delicados, juegan en el paladar con la armonía y sensualidad de una pareja que baila una milonga entre la tenue iluminación de un salón nocturno.
Esta delicadeza y naturalidad en los sabores es lo que separa a Milonga de la culinaria italiana de algunos negocios donde se intenta revivir la comida congelada, con fuertes condimentos artificiales.
Partiendo de la fuerte influencia italiana que, como se dijo, caracteriza la culinaria del Río de la Plata, la propuesta de Milonga en Ponce ofrece cuatro tipos de pasta frescas, hechas en la casa y servidas con salsa roja, blanca o salsa pesto. Todas preparadas en el local con ingredientes intrínsecamente naturales y frescos.
Si bien todas las posibles combinaciones de salsas y pastas son excelentes, para mí la salsa pesto tiene un lugar especial. El balance entre sus ingredientes, junto a la aromática frescura de la albahaca y la calidad de un aceite de oliva de profundo color verde monte, es capaz de seducir al más exigente comensal desde su llegada a la mesa.
Pero si bueno es el pesto sobre las pastas, aún más placentero es como aderezo para el pan artesanal de romero que, horneado en el local, acompaña todas las pastas en Milonga.
Mas si bien los platos de pastas son recomendables, la verdadera reina de la carta de Milonga es la empanada.
Esos cartuchos de masa, rellenos de las delicias que José aprendió de su abuela, son un manjar asado, una alternativa económica y divertida ideal para almorzar cuando no se tiene mucho tiempo.
Claro, que disfrutar de ellas con calma y el acompañamiento de un buen Malbec, tampoco tiene precio.
Al igual que las pastas, tanto la masa como los guisos que las rellenan son preparados en el negocio bajo la supervisión de José y Margot.
La oferta de rellenos para las empanadas en Milonga incluye pollo, quesos, combinaciones de quesos con vegetales como el brécol, la espinaca o tomate y albahaca, que se conoce como “caprese”, por ser una deconstrucción de la tradicional ensalada italiana.
Por supuesto, siendo argentinos, en Milonga no faltan las empanadas de carne. Las mismas son rellenas de un delicado guiso que cautiva con su combinación de especias como orégano argentino y nuez moscada, todo amarrado por un dulce sabor que evoca frutas oscuras como la ciruela, las pasas o las moras frescas.
Como si lo anterior no fuera suficiente provocación, en Milonga mezclan esta carne con chorizo parrillero para rellenar una empanada capaz de conmocionar al paladar. Y como la milonga callejera, es sensualmente maravillosa, tanto con vino como con cerveza.
Una vez seducido por esta oferta culinaria, conviene aclarar que los dulces de Allemanni Broscal son el “coup de grace” con los que ella celebra la herencia pastelera recibida de sus antepasadas rioplatenses.
Una muestra de esa pastelería fina son las alfajores. Dos galletas de maicena unidas por una capa de dulce de leche cremoso y terminado con hojuelas de coco rallado. Queda advertido que difícilmente se pueda comer solo una, pues como dicen los dominicanos, dan seguidilla.
En fin, que de lunes a sábado, entre11:00 de la mañana a 6:00 de la tarde Milonga no solo ofrece una magnífica oportunidad para experimentar la paleta de sabores de la gastronomía rioplatense argentina. Además, es una forma de conectarse con la sabrosa tradición culinaria de las familias de José y Margot.
¡Buen Provecho!
(Milonga ubica en la carretera PR-14, sector La Rambla de Ponce, frente a Chitos 787-651-7203)
4 de septiembre de 2013
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