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El Blog de Gary Gutiérrez

Observador social, iconoclasta aspirante a ácrata, apóstata, comantenedor del programa @tempranopr de http://www.pab550.com, y barbicuero de patio

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"vinagre"

Marinado en salsa de soja, vinagre de piña, ajo y jengibre, pollo empanado al barbi…


Sazonadas en salmuera de adobo y vinagre de piña: papitas fritas en la casa


Con sal y vinagre, papitas caseras sobre ternera al barbi… (cameo)


Pre-sazonadas en agua con vinagre, sazón y pimientas, sabrosas las papitas fritas en la casa. (cameo)


Ensalada fría de garbanzos, cebolla, ajo, culantro de monte, aceite y vinagre balsámico… ¡pa’l verano! (crónica visual)


Si te gustan «crispy», métele vinagre


Lograr una corteza crocante en las papas fritas, para mi, es una obsesión.

Mirando una competencia de cocina en Youtube noté que uno de los participantes remojó las papas en agua con vinagre 🤯.

En minutos corte unos tubérculos y los dejé remojando en el refrigerador con vinagre blanco reducido con agua y aderezado con sal y pimienta por 30 minutos.

Luego las puse a freir tapadas (frías de nevera). Diez o 15 minutos más tarde no las destapé y las moví jamaqueando el caldero hasta lograr el color deseado.

Definitivamente, el vinagre «la hace». Las papas crocantes por fuera y tiernas en su interior.

En este caso, las papas fueron una base maravillosa para un «pull pork» con salsa de guayaba terminado con queso palmesano.

¡BUEN PROVECHO!

Los Amigos de Freddie: reafirma la tradición entre dos panes “con todo”


Si algo está claro en la gastronomía ponceña es que el sándwich es el principal referente de la Ciudad Señorial.

Por más de medio siglo, esta forma de ingerir proteínas como jamón, embutidos y quesos -junto algún tipo de vegetal- empaquetados en pan de agua, o en la masa frita que en Ponce llaman domplín y el resto llama arepa, es la forma preferida por los ponceños para saciar el hambre de los y las trabajadoras a media mañana.

Igualmente, la práctica de utilizar ese mismo pan como utensilio para sostener las carnes o mariscos a consumir, es un referente multigeneracional de los amantes de la parranda o el “jangueo” en la Ciudad Señorial.

Desde antes del 1950, negocios como La Vía, El Giraldó, La Sandwichera de Eric, El Pigil, Lagares, Las Estrellas del Sabor, Los Sándwiches de Max, La Cafetería de Tasio, La Cafetería Sanabria y Nazario en la calle Tricoche fueron refugios de esos amanecidos que pretendían bajar los efectos de la juerga.

Todavía es normal que los nietos -y alguno que otro biznieto- de aquellos ponceños recurran a un sándwich “con todo” como forma económica para aplacar esa hambre trasnochada que ellos llaman “monchis”.

Para los que no son ponceños, “con todo” significa con ensalada. Es decir que incluye, regularmente lechuga, tomate, cebollita finita, pepinillos y aderezo de aceite de ajo, mayonesa y kétchup, pero en cada negocio la receta es diferente.

Pero ninguna tradición es inmutable

“Cambia, todo cambia”, afirmó el chileno Julio Numhauser en su canción inmortalizada por Mercedes Sosa.

Así, con la llegada de esa cultura que los “millennials” llaman hípsters, el sándwich ponceño también parece mutar. Para estos jóvenes los “Coffee Shops” o “Espresso Bars” van reemplazado las tradicionales sandwicheras, cambiando así la referencia de esta delicia.

El sustancioso pan de agua es suplantado por sofisticados y panes artesanales “de dieta” o de granos. Las proteínas tradicionales como el bisté, el jamón ahumado, la mortadella, el pastrami o el salami son reemplazadas por pechuga de pavo o pollo en emparedados aderezados con sofisticadas guarniciones de mostazas, mieles, vinagres y hasta extractos de frutas.

Aun cuando la introducción de estas nuevas tendencias culinarias no puede ser vista como algo necesariamente malo, no es menos cierto que la preservación de lugares que te hacen sentir en el “hogar” es importante.

Y unos de esos es la sandwichera El Club Los Amigos de Freddie en la esquina de las calles Guadalupe y Unión en Ponce. De entrada, el comensal se siente recibido y sabe que allí cada sándwich es un tributo a décadas de hacer las cosas como “Dios”, bueno, por lo menos como los ponceños mandan.

Esa percepción no está equivocada en El Club Los Amigos de Freddie, donde la plancha lleva cuatro décadas prendida de 7:30 de la mañana a 1:00 de la madrugada, llueva truene o ventee.

Ni María los detuvo. A horas de las últimas ráfagas, quienes se aventuraron a llegar al pueblo encontraron la plancha de Freddie “al punto” y los emparedados desfilando como si nada.

Si bien a pocas horas de abrir la fila llegaba afuera, no es menos cierto que según pasaron los días el salón comedor, electrificado con generador, se tornó en el espacio dónde los vecinos venían a conectar sus máquinas para terapias o guardar los abastos de insulina y las fórmulas para los infantes.

Ciertamente, un lugar mágico

Lo anterior no le sorprende a nadie que haya visitado esta icónica sandwichera.

Acudir a Los Amigos Freddie en la calle Guadalupe no es solo visitar amigos o ir a comer. Es transportarse a un tiempo en el que la gente todavía se tomaba el tiempo de hacer comunidad.

Por eso, a cualquier hora no es difícil encontrarse con abogados, policías, obreros y desempleados disfrutando de las tradicionales delicias, junto a historias, cuentos y conversaciones.

Ahora bien: esté apercibido de que en Los Amigos de Freddie, como en las reuniones de familia, usted se corre el riesgo de que cualquiera que se le siente al lado intervenga en su conversación, como si le conociera de toda la vida. Sabe Dios si hasta le conviden a un palito.

Después de todo, este negocio es realmente la casa de Freddie, como todo el mundo conoce a Wilfredo Maldonado González. Ponceño de 67 años que hoy es el patriarca de una familia con tres hijas profesionales y un chiquito de nueve años.

Claro, como suele ocurrir, ser patriarca no significa que sea quien mande, pues la operación diaria del local está bajo la supervisión de su esposa, Neysa Serrano, y de su mamá, doña Juanita González: las mismas que se ocupan de que la operación corra como los clientes acostumbran.

Si bien es cierto que la calidad de los ingredientes y los productos es punto de partida para el éxito de este negocio que se mantiene fuerte, aún en los difíciles tiempos que se viven, no es menos cierto que la experiencia de Freddie es la otra parte de la receta.

Experiencia que comenzó en la década del 1960, cuando de adolescente comenzó a trabajar en Nazario de la calle Tricoche, una de esas legendarias sandwicheras tragadas por la historia.

De allí pasó a trabajar a lo que entonces se llamaba El Club Los Amigos, en el local donde hoy ubica su sandwichera. El trabajo duro, los ahorros y “la ayuda de Dios” le permitió eventualmente comprar la llave e incorporar lo aprendido en Nazario.

Allí nació la leyenda: los sándwiches de El Club Los Amigos de Freddie.

¡Y QUÉ CLASE DE EMPAREDADOS!

Su carta, desplegada orgullosamente en un cartel que da la bienvenida al salón comedor, incluye sobre 30 variedades o combinaciones de proteínas para escoger.

Cada sándwich es casi un tercio de libra de pan criollo, de agua, con por lo menos media libra de carrucho, pulpo, pernil, jamón ahumado, bistesitos, pastramis, pavo o pollo.

En el caso de los mariscos, son macerados en la vinagreta de la casa y en el de las carnes trozadas y salteadas al momento, para hacerlas más sabrosas y fáciles de consumir.

Aunque decir fácil de consumir es figurativo. Manejar media libra de carne en un tercio de libra de pan es una destreza de Ponceño. Por eso, vaya a la segura, con su sándwich pida también un tenedorcito pa’ recoger lo que se caiga al plato tras la explosión de sabores que empaca el primer bocado.

Esos pedacitos de carnes o mariscos son tan sabrosos que debieran ser pecado. Adobados unos y macerados otros, son la otra pata de la receta del éxito.

Entre todas las sandwicheras de la ciudad -que son muchas y maravillosas- pocas tienen el nivel de sazón criollo innato de los sándwiches de Freddie.

Sabor que se eleva a otro nivel con el aderezo secreto de la casa, el aceite cura’o con ajo. Sin aceite cura’o con ajo el sándwich no es ponceño. El aderezo de ajo de Freddie es uno de los mejores referentes, ¡simplemente MARAVILLOSO!

Y para acompañar esta variedad sándwiches, en El Club Los Amigos de Freddie lo más razonable es una friíta o un palito. Por eso, Freddie tiene una barra completa en el salón adjunto al comedor, donde está el billar.

No solo sándwiches

Si usted domina la gastronomía cotidiana ponceña, sabrá que las proteínas que rellenan los emblemáticos sándwiches salen también “al cono” o en ensalada. Una forma para que -aquellos que velan la dieta- no se sientan excluidos y disfruten de las delicias del menú, con menos costo calórico.

Los conos y las ensaladas de pulpo, carrucho o combinados en Freddie son de otro nivel.

Aderezados igual que los sándwiches, con mayonesa, kétchup, pepinillos, aceite de ajo y otros aromatizantes acompañados por tostadas, los conos y las ensaladas de Freddie son otro referente de la culinaria nocturna ponceña.

Definitivamente, se pueden acompañar con una “friíta pa’ bajarlos”, pero con un palito del “mejor de los mejores” es una epifanía.

Vienen de todo el mundo

Dos fenómenos, uno tecnológico social y otro social tecnológico le dan nuevos bríos a este legendario negocio.

El éxodo, la diáspora o exilio de boricuas que ahora se mantienen en tránsito entre el frío norte y la cálida patria, junto a las redes sociales donde se reproducen reseñas y recomendaciones de los mejores sitios para comer, han hecho de El Club Los Amigos de Freddie un lugar de peregrinaje para esos que regresan.

Este el caso de Daniel Colón, de Villa Elena en Ponce y ahora residente de Southbridge, Massachusetts -quien viajo a la ciudad para enterrar a su progenitora- no era posible regresar sin que sus hijos experimentaran los sabores de la legendaria sandwichera.

“Antes de salir, vi a Freddie en la página de Papito el Reportero y sabía que no podía regresar sin que los chamacos experimentaran El Club de Los Amigos de Freddie”, confesó Colón. La reacción de los chamacos al sándwich ponceño deja claro que, en unas décadas, ellos también traerán a sus hijos a iniciarse en la tradición.

En resumen, tras 40 años “sandwicheando”, El Club Los Amigos de Freddie se devela como un tributo a los mejores tiempos de la ciudad de Ponce y, sobre todo, a la mejor aportación de los ponceños a la culinaria nacional, ese sándwich de Ponce que se sirve “con todo”.

Lleve a sus nietos para que lo experimenten y aprendan de qué se trata la tradición, y por qué es valiosa cuidarla.

 ¡Buen provecho!

 

Ensalada veraniega de pasta…


En un cubilete, cualquier queso blanco firme (en este caso del país), tomate picado, aceitunas, ajo, albahaca, sal gruesa, pimienta y vinagre balsámico.

Luego incorpore la pasta caliente (recién cocida) para que absorba los sabores de laos demás ingredientes.

Guárdelo en el refrigerador por lo menos por una hora.

¡BUEN PROVECHO!

Domingo de costillas… (crónica visual)


Usando mostaza como
pegamento, aplicar generosamente su rub favorito como este Menphis style de Rump Rub e incorporar al bbq a fuego medio indirecto.
Brocha con jugo de manaza para agregar humedad tras 90min de cocción
Pasados 180 min., envolver las costillas en aluminio con jugo de manzana y salsa de guayaba.
60 minutos más tarde, remover las costillas y bañar con salsa de guayaba y dejar a fuego indirecto por 20 minutos. Voltear las piezas, aplicar salsa por el otro lado y terminar por otros 20 minutos.
Dejar descansar por unos 15 minutos.
Servir con los complementos que guste. En este cas, papa horneada en el bbq y ensalada de garbanzo.

¡BUEN PROVECHO!

Churrasco al hibachi… otra sabrosa simpleza (galería


Sazonado por 24hr con Montreal Steak, aceite de oliva y vinagre de vino rojo
Directo sobre el carbón, volteándola cada dos o tres minutos hasta el termino deseado. En este caso, sobre medio (medium well).

La combinación de el sazonador comercial y el vinagre resulto en una compleja y sabrosa mezcla de sabores que pide buen vino…

¡Maravillosa en su simpleza, buen provecho!

Costillas con Bourbon & Pepper Rub y terminadas con salsa de Parcha… pa’ viernes por la noche


El picantito del rub de Excalibur junto al frutoso dulce de la Salsa de Parcha de Gourmet produjeron unas divertidas costillas para viernes por la noche con cerveza. (foto galería)

Usando mostaza para que de pegue, aplicar generosamente el rub
Luego a fuego indirecto en la barbacoa a 225°f
2 hr más tarde voltear las piezas
Tras 3 hr envolver las costillas en papel de aluminio con una mezcla de salsa de parcha y jugo de manzanas y de vuelta al barbi.
Tras otra hora en la barbacoa, remueva del aluminio y use los jugos para remojar las costillas. Luego más salsa y al bbq para terminar por otra hora.
Cuando las costillas se sientan tiernas sacar las costillas del bbq y dejarlas descansar por más de una hora.
Finalmente servido con papas fritas y unas friítas pa’ bajarlas. ¡Bueno Provecho!

Pechuga de pollo sazonada con “Bourbon Pepper Rub” que envió Manolo… ¡jugosa y sabrosa!


Regularmente no me gusta la pechuga, muy seca. Sin embargo, esta bregó bien duro…

Cortada en trozos y tras 24 horas en una salmuera húmeda, mariné la pechuga por 2 horas el “BURBON PEPPER RUB” de Excalibur, aceite y vinagre.
Luego, la pasé por harina de trigo y freí hasta cocinar bien, sobre 170°f interno con un exterior dorado.

“BUEN PROVECHO”

Ensaladita de granos, pa’ los que no comen carne en cuaresma… pero también con “beicon” la hace


Como tengo amistades que guardan la católica costumbre de no comer carne en cuaresma, aquí mi aportación.

Escoja los granos que desee, tenga o le gusten. Añada aceitunas negras
Los aromáticos frescos: cebolla, pimiento y ajo
Hierbas y especias a gusto
Buen vinagre balsámico y mejor aceite de oliva
Todo junto y revuelto en la nevera paro varias horas y listo…

¡BUEN PROVECHO!

Carne a la brasa y papitas fritas empanadas…


Tras 24 horas en una salmuera seca de sal y pimienta, se toma la carne y se le pasa un poco de aceite de oliva y se ponen a fuego indirecto y tapado a unos 275 a 300ºf.
Mientras se cocina la carne en el BBQ, se cortan las papas, se sazonan y se cubren con partes iguales de vinagre y agua
Se voltean y giran las piezas cada 10 minutos hasta lograr una temperatura interna de más o menos 135ºf
Se mueven sobre las brasas, se voltean las piezas hasta que alcancen 145ºf internos. Luego se sacan del fuego y se dejan reposar
Mientas la carne reposa, se calienta el aceite, se remueven las papas del agua y el vinagre, se pasan por harina de trigo y finalmente se tiran a freír…
Cuando estén doradas a gusto se sacan y se sazonan a gusto, En este caso solo sal y pimienta.
“BUEN PROVECHO”

Pollo lento al caldero… porque hay cosas que despacito «es más mejor»…


Hay cosas en la vida que despacio y a poca velocidad se disfrutan más.

Se lo que estás pensando, y de eso no es lo que estoy hablando así que póngase la ropa que vamos a cocinar.

Hablo por ejemplo del pollo, en este caso cocido despacio al caldero en una olla de cocción lenta (slow cooker)

Comienc sazonando el pollo a su gusto por veinticuatro horas. Para esta receta usé caderas, pero puede ser las piezas de pollo que usted prefiera.

Para sazonarlas usé lo que en Puerto Rico llamamos «adobo criollo». Lo usamos para sazonar todas las proteínas y todo el mundo lo prepara de forma diferente. En mi caso, ajo machacado, orégano, aceite de oliva, vinagre de manzana, sal y pimienta, todo a gusto por supuesto.

Comenzamos la cocción cortando varias papas por la mitad y se sofriendo las mismas en un sartén con un poco aceite bien caliente para que sellen. Luego estás se colocan en la parte de abajo del «slow cooker» para evitar que el pollo entre en contacto con la olla durante la cocción. Además de que así recogerán todos los jugos y grasitas del pollo.

Luego, tome las piezas de pollo ya sazonadas o adobadas, las pasa por harina y las sofríe en el mismo aceite de las papas.

Luego, cuando estén doradas, las incorpora al «slow cooker» y le añade los vegetales (frescos o congelados) que tenga disponibles, o que sean de su agrado. No añada ningún líquido, el pollo y los vegetales proporcionaran la humedad necesaria. Tape la olla y deje que el trato haga su magia.

Unas cuatro horas más tarde el pollo está listo para servir y disfrutarse, lo mismo con un vinito blanco que con una cervecita fría.

Es un plato muy reconfortante, que se puede preparar con anticipación si tiene visita y que para compartir despacito con alquien es genial.

Claro que ya en este punto, lo de la ropa es opcional… ¡buen provecho!

Salteado de chorizo parrillero…


Con el calor que hace y el polvo del Sahara que cubre el Caribe, cocinar en el patio pierde parte de su encanto.

Así que busqué una alternativa para disfrutar de los chorizos parrilleros que encontré en rebaja.

Tras ablandar hirviendo unas rodajas de papas, corté los chorizos en ruedas y los sofreí en un salten (en este caso un wok asiático) con aceite de oliva.

Dorados los chorizos le añadí ajo, cebolla, le tire un poco de buen vinagre balsámico y continué salteando.

En este punto incorporé las papas hervidas, añadí un poco de agua, albaca y espinaca fresca. Luego de saltearlo todo, lo tapé para cocer las hojas.

Finalmente, tras unos segundos de salteado para asegurar que todo se integrara, lo terminé con rallado de queso palmesano…

¡BUENO PROVECHO!

Ensalada fría de garbanzos


ensalada de garbanzos

Por aquello de manejar el caluroso verano en tiempo de pandemia, se me ocurrió una bregarle a una ensaladilla fría.

Como lo que había era un pote de garbanzos, los aderecé con ajo, cebolla, orégano fresco del patio, vinagre balsámico y aceite de oliva buenos. Terminados con sal y pimienta, los dejé reposar en el refrigerador por dos horas.

¡Buen provecho!

Coditos con carne: Recordando a Mrs. Santiago y a Paula, las del comedor de la Dr. Pila


Por alguna razón, la criolla versión de pasta que llamamos coditos con carne me lleva al comedor de la escuela Superior Dr. Pila.

A mediados de la década del 70′, aquel merendero escolar era el dominio de Mrs. Santiago y de su principal mariscal de campo doña Paula. Esta ultima, armada de un cucharón, lo mismo servía alimentos que mantenía el orden.

Nadie jodía con Paula. Aquella mujer comandaba respeto.

Volviendo al asunto de los coditos con carnes, que partiendo de lo anterior claramente es «confort food» para mi, no puede ser más fácil de preparar.

Por supuesto, al tratar de reproducir la delicia de mi adolescencia en estos tiempos de pandemia y con los ingredientes que tenía disponibles, pues hicimos lo que se pudo.

Mientras se ablanda la pasta (coditos), se guisa la carne a gusto. En este caso, preparé la carne con sofrito criollo, pedacitos de salami, salsa de tomate, queso blanco, vinagre balsámico y orégano fresco. Pero claro, como quiera que la guise, le brega.

Al final, se mezcla la carne con la pasta cocida y se termina queso parmesano.

Obviamente no es el mismo sabor del que Paula servía en la Dr. Pila, pero igual me hizo sentir tan bien como se sentía en el 1976.

¡buen provecho!!!!

Sándwich de pernil en pan de centeno… estirando para la cuarentena


En la entrada anterior a este blog se describe como marinar con jugo de manzana un pernil delantero que terminó cuatro horas en la barbacoa.

Pernil marinado en jugo y vinagre de manzana por 72 horas

La idea de cocinar un pernil para solo dos personas, como en el caso de mi casa, es tener proteína disponibles para varios días. Con esa carne se pueden preparar rápidamente un sinnúmero de alternativas sabrosas.

En esta ocasión, que contaba con un pan de centeno fresco de Baguette de Puerto Rico la opción obvia era sándwiches.

Sándwich de Pernil en pan de centeno

El fuerte y peculiar sabor del pan de centeno junto a la acidez de pepinillos y mostaza, dominaron y balancearon maravillosamente el fuerte dulzón de la «corteza» del pernil.

En resumen, cuando vienen a costo efectividad tan necesaria en este tiempo de reclusión por causas del COVID 19, invertir tiempo frente a la barbacoa, no solo es bueno para el bolsillo, también es maravilloso para el espíritu.

¡Buen provecho!

Pernil en jugo de manzana, la hace…


Para entretenerme durante el encerramiento impuesto  por el estado ante la pandemia de COVID 19,  recurrí a la barbacoa. Ese arte de dominar el fuego y utilizarlo para cocinar carnes de la forma más ancestral.

En esta ocasión, y buscando alternativas económicas que nos alimente por varios días, encontré medio pernil delantero. Esta pieza tiende a ser más económica que su contraparte trasera que regularmente suele ser mas dura.

Al llegar a casa, y mientras desinfectaba la compra para entrarlas a la casa, recordé una receta para chuletas ahumadas que llamaba a marinar la carne porcina en jugo y vinagre de manzana.

Así puse el pernil en una bolsa plástica reutilizable, incorporé varias cucharadas de adobo seco comercial con pimienta, varios dientes de ajos, media taza de vinagre de manzana y una taza de jugo de manzana y la guardé en el refrigerador

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Setenta y dos horas más tarde, preparé la barbacoa para cocción indirecta.

Mientras el barbi estabilizaba su temperatura, removí la carne de la bolsa plástica, la seque con un papel toalla y terminé roseando una pequeña capa de sal y pimienta sobre toda la posta.

Finalmente, para darle un poco más de dimensión y sabor, añadí unos pedazos de madera de manzana al fuego y colocamos la carne sobre una parrilla en un cubilete con un poco de agua para mantener humedad en el barbi.

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Pasado unos 90 minutos con la barbacoa cubierta y las ventanillas abiertas, volteamos la pieza, añadimos más jugo de manzana con vinagre a la carne y un poco de aceite saborizado a la piel. Volvimos a tapar la barbacoa, pero con las ventanillas a medio cerrar.  Así, cada hora hasta alanzar la temperatura interna de 180 grados Fahrenheit repetimos el proceso de añadir aceite al cuero y jugo a la carne.

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El resultado fue una pieza con una dulce «corteza» producto de la caramelizarción de los azúcares del jugo. Su carne bien tierna, pero con consistencia para cortar el lascas y también con un trasunto dulzón que me pareció bien agradable.

Fabuloso para acompañar un buen bourbon o un ron añejo de buena calidad.

Mi única queja es que el ahumado me produjo un cuerito con un fuerte sabor a caramelo y demasiado oscuro para mi gusto. Asumo que la próxima no usaré la madera a ver cómo resulta el cuero.

No obstante, cuando viene a pernil, al barbi o al horno, creo que el jugo de manzana si la hace. Hay que repetirlo.

Buen provecho y recuerden que que durante la pandemia, el distanciamiento debe ser físico y nunca social…

 

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