(Presentado en el Salón Reinaldo Millán Quiñones de la Librería el Candil el 15 de diciembre 2021)

Para escuchar la presentación en la Librería El Candil

Introducción: El placer y la tortura de comentar un libro

Pocas cosas me causan más alegría, y a la misma vez más ansiedad, que comentar un libro, sobre todo si es uno de alguien a quien admiro.  Después de todo comentar una publicación es dar nuestra opinión sobre el fruto y/o la intimidad de una persona.  “Menuda tarea”, dirían los españoles.

Estructura del libro

Editado por esa trinchera de la intelectualidad llamada Editora Educación Emergente, e ilustrado magistralmente por Zuleira Soto Román, Chulos de la Pobreza y otras crónicas es la publicación más reciente de la maestra Rima Brusi Gil de Lamadrid. Un libro rustico de 161 páginas cargadas con 30 ensayos o reflexiones organizados en 3 epígrafes: “Gente”, “Calle”, y finalmente “Vagones”.

En el primer apartado que titulan “Gente”, Rima, y perdonen que la trate de “tu”, pero parafraseando al cantor Ali Primera, para ser mi maestra primero tiene que ser mi amiga. Así que, Rima, se revela como una de esas maestras Zen que al contarte sobre “los demás”, realmente están compartiendo su respuesta interior a esos sujetos o situaciones, a como le hicieron sentir o que emociones le provocaron.

Así los 9 escritos en esta sección son verdaderamente una mirada a la antropóloga que mira:

  • Vemos su autocrítica frente la cajera invisible.
  • La tolerancia y curiosidad ante el terraplanista y su anti-ciencia.
    • “Mi curiosidad, en cualquier caso, era menos sobre el terraplanismo y más sobre cómo vive y siente un terraplanista” nos admite estipulando el interés por los seres humanos, no importa sus ideas.
  • La empatía y la angustia ante esa mujer que llamamos “mala madre”.
    • “… una lección de la cual todavía estoy aprendiendo” acepta.
  • Curiosidad y fascinación casi de niña frente al callejero bailarín que, como las palomas, vive de las migajas de los extranjeros.
  • EL recelo, desconfianza y hasta coraje al verse frente al cripto-gurú capitalista que promete el paraíso cibernético, claro, para quienes puedan pagarlo.
  • Crítica, y autocrítica, sobre el uso del término “parceleras” por parte de un mutuamente admirado intelectual.
  • Su molestia con la burocracia y admiración con los que buscan la manera de echar “pa’ lante” a pesar de esas estructuras.
  • El sentimiento de indignación ante el azote psicológico y físico que implica para cada uno de nosotros la colonialidad.
  • Reflexión o preocupación sobre como cargamos inconscientemente esa colonialidad gracias a los referentes racistas que normalizaron los medios de comunicación.

El segundo grupo de escritos que titularon: “Calle”, revela como Rima, o tal vez una versión más académica y menos emocional de ella, mira críticamente el orden social que nos toca sobrevivir. Allí la autora nos habla sobre:

  • La mansedumbre que el estado y el orden social insiste en definir como virtud.
  • La carnavalesca masturbación del funcionario de bajo nivel que se cree con poder y que entiende que el sistema esta para beneficiarle a él o ella.
  • El código de ética requerido por el orden social para las otredades.
  • El servicio a la deuda y la deuda al servicio.
  • Cierre de escuelas camino a la sociedad aspirada por los del chat.
  • La Pandemia y su desmanejo:
    • Mascarillas en la sociedad del espectáculo y de clase.
    • La redefinición de las partes del cuerpo como herramientas sanitarias.
    • La nueva semiología del paisaje urbano abandonado.
    • Los muertos y no muertes, la semántica de la pandemia.
    • Viendo al invisible

Finalmente, el epígrafe los “Vagones” es donde Rima da rienda suelta a su indignación:

  • Indignación por las cogidas de pendejo por parte de la tecnocracia derechista.
  • Indignación por la manipulación mediática que justifica la represión antes que el diálogo.
  • Indignación ante el llamado a la resiliencia por parte de un gobierno que no hace un carajo más allá de mover militares para todo, y dar direcciones de internet a un pueblo que ni siquiera energía eléctrica tenía.
  • Indignación ante la invisibilización de los que se fueron, los que murieron, o los que dejamos morir tras María
  • Indignación frente a la codicia del individualista capitalismo desenfrenado
  • Indignación con el oxímoron ese de “las bondades del mercado”
  • Indignación por la infinita incapacidad de los brillantes morones que administran la colonia
  • Sobre todo, Indignación frente a la vagonada:
    • vagones de comida podrida
    • vagones de muertos en espera por los documentos de tránsito a la eternidad
    • vagones para oficinas de proyectos nunca terminados pero cobrado
    • sobre todo, vagones para almacenar estudiantes y maestros quienes, a pesar del dinero que se roban o mal usan los privatizadores y los administradores de la colonia, siguen tratando de construir el futuro

En conclusión, Chulos de la Pobreza y otras crónicas es una maravillosa antología de escritos donde, al compartir sus reflexiones, sus reacciones, sus corajes y frustraciones, Rima Brusi Gil de Lamadrid también nos da una lección de como mirar estructuradamente nuestro entorno físico y socal.

Como buena antropóloga, sin predicar,  la autora nos instiga a mirar “disruptivamente”, como decía Vivien Mattei al hablar del Conejo Malo, malhabla’o e igualmente provocador.  Así, Rima nos demuestra con el ejemplo que tenemos que observar desde una estructura: mirar, preguntar, tratar de entender antes de juzgar y sobre todo mirarnos sintiendo. Claro, al publicar nos recuerda la importancia de compartir de alguna manera lo sentido.

No sé si fue a Galeano o Umberto Eco a quien escuché decir en medio de una entrevista: “Las obras maestras son aquellas que se pueden leer a diferentes niveles”. Si tomamos el dicho como correcto, Chulos de la Pobreza y otras crónicas de Rima Brusi Gil de Lamadrid se revela como tal, una obra maestra. Pues lo mismo sirve para distracción y compañía durante un largo viaje o espera, que como introducción a una vida de cuestionamiento y estudio de quiénes somos y cómo nos desorganizamos socialmente para llegar aquí.

Este trabajo de Rima, como sus anteriores, tiene un trasunto a la dolorosa mirada crítica y pesimista del amigo Eduardo Lalo, a quien, de paso, Rima le da un merecido cantazo por hablar de “parceleras”. Igualmente, sus proféticas denuncias al sistema y estado me evocan el implacable y agudo verbo con que el inmortal Malcolm X hizo frene a su colonialidad racial.  

Así, Chulos de la Pobreza y otras crónicas me parece una colección de escritos mediados por la rigurosidad etnográfica. Tal vez por eso evocan tanto los rigurosos trabajos del maestro Valdés Pizzini, como el sabroso verbo del intelectual orgánico, Anthony Bourdain.

Para terminar, repito lo que dije al comienzo.  Como los cuentos de los y las maestras Zen, las crónicas de este libro no solo nos hablan sobre los datos o personajes expuestos y documentados, son un retrato del interior de Rima, de que pasa en su dentro de si, mente, o espíritu si se quiere, al exponerse a la “gente, la “calle” y sobre todo a los “vagones”.

Así, este libro como los anteriores dejan claro que Rima, usando una expresión de ella misma, es una de esas tatuadoras de mentes que una vez conocemos, nos marca para siempre.

Gracias Maestra. ¡SALUD Y RESISTENCIA!