Mientras el pollo partido en dos se doraba junto a un pernil en las infernales entrañas de Jimena, la barbacoa que reside en mi patio, mi mente buscaba que hacer con los espinazos que sobraron de las aves.

La respuesta a mi búsqueda llegó cuando vi los jugos que percolaron de la carne y que se mezclaron con el agua que se supone mantuvieran jugoso el asado.

El resultado fue una sustanciosa sopa producto de espinazos hervidos juntos a hierbas y aromáticos que se complementó con los mencionados jugos (drippings) recogidos en la barbacoa. No solo el caldo integró los sabores de “lemon & pepper” del rub usado en el asado, igualmente tomó un trasunto ahumado maravilloso.

Para complementar esta potente sopa, preparé unos tostones aderezados con el tradicional mojo de tomate que es un referente de la gastronomía de la casa en que crecí.

En resumen que el caldo resultante convirtió esta simple sopa pollo en el nuevo parámetro para lo que debe ser un placer hogareño. Eso que los del norte llaman “confort food”.

¡Buen provecho!