Buscando entre los adobos y “rubs” en el supermercado me crucé con un producto que no conocía: Sofrito en Polvo de Campolor.

Así que cargando con curiosidad por mi hallazgo, regresé a casa buscando en mi mente como utilizarlo. De repente recordé la receta para el salmón ahumado y decidí utilizar la misma salmuera pero añadiendo el sofrito seco.

Con una parte de sal por tres de azúcar y dos sobres del Sofrito en Polvo cubrí generosamente el pollo ya partido en dos mitades. Lo puse en un cubilete y lo dejé tapado en el refrigerador.

Sobre 12 horas más tarde, el pollo nadaba en el sirope que producto de la condimentada salmuera.

Así las cosas, y mientras el carbon se tornaba en brasa e invocaban a Beyamanaco, removí el pollo de los jugos y lo sequé con papel toalla. Este paso es indispenable para que el cuero del pollo quede crocante. Luego lo rocié con aceite de oliva y lo aseguré en una canasta para grillar.

Cuando ya los carbones rendían tributo a Beyamanaco, coloque la canasta directo sobre el hibachi.

Volteando la canasta cada 5 minutos, hasta que la carne de las pechugas alcanzó los 165 grados, el pollo fue dorándose y el cuero caramelizándose por la azúcar de la salmuera.

Removido de la canasta y descansado por unos 10 minutos, el pollo resultó maravilloso con papas majadas y maíz salteado en mantequilla.

Tierno, jugoso y sabroso, con un balance entre la sazón criolla del sofrito de Campolor y el dulzón de la azúcar. De pasó si usted es de los que disfruta del pique, este pollo aguanta cualquiera que le quiera incorporar.

Antes de terminar quiero dejar claro que el descubrir que esa maravillosa mezcla de condimentos es producida por manos ponceñas, no solo hace de la hallazgo una sabrosa sorpresa, la hace mucho más valiosa para mi. Altamente recomendado este SOFRITO EN POLVO de Campolor.

¡BUEN PROVECHO!!!!!