Por: Gary Gutiérrez

Ampliación del escrito Jugando Con el Derecho, lectura indispensable tras el “Verano 2019”

 

Al comienzo del 2019, muy pocos nos imaginamos el año que nos esperaba.

A siete meses entrado en ese ciclo solar, la cotidianidad del país que se movía lenta, e invisible para la mayoría del país, terminó en “masa crítica” poniendo en jaque la narrativa de gobernabilidad que legitima el estado colonial que Estados Unidos mantiene en Puerto Rico.

Sin embargo, lejos de las posibilidades de cambio verdadero, la renuncia del admirador colonial, el manejo de la crisis por parte de la indeseable clase política, y sobre todo la estrategia leguleya, lograron desarmar la crisis, regresando a la mayoría del país a su cotidianidad normal de sobrevivencia y consumo.

En ese momento, mientras la abogada Wanda Vázquez se convertía en la tercera persona en ocupar la silla de dirección de la administración colonial en menos de una semana, entendí que la indeseable clase política que administra la colonia se apuntó una logrando salvar la vida del rey. Y por rey, entiéndase la clase financiera y el capital que se mantienen y se benefician sangrando al país.

Mientras trataba de entender ese proceso, recordé que en mi mesa de noche estaba una publicación académica y referenciada de unas 200 páginas publicada al comienzo del 2019 por Editora Educación Emergente.

“JUGANDO CON EL DERECHO: Movimientos anticoloniales puertorriqueños y la fuerza de ley”, del amigo y maestro José M. Atiles-Osoria. Académico puertorriqueño que ostenta dos doctorados, uno en sociología del derecho y el otro en filosofía del derecho.

Adentrándome en la lectura, mi mente regresó a lo experimentado en Puerto Rico durante los meses de julio y agosto del 2019, cuando por estrategia o simplemente por costumbre, el Estado manejado por la indeseable clase política logró desarticular una multitud”, que algunos calculan pudo llegar al millón de personas protestando en las calles. Es decir, cuando las estructuras electorales y sus indeseables representantes lograron despolitizar los reclamos de aquella “masa crítica” llevándose el asunto a los tribunales, convirtiendo los mismos en controversias legales y procesales.

Cuando digo “por estrategia o simplemente por costumbre”, me refiero a que la movida fue tan magistral, que dudo que fuera una estrategia pensada por parte de la torpe y burda claque política que administra la colonia.

Así la movida de llevarse la controversia al campo jurídico terminó reproduciendo lo que ya aparenta ser uso y costumbre en la Isla. En un país de ley y orden, las controversias se dirimen en los tribunales.

Según me adentraba en el contenido de “JUGANDO CON EL DERECHO”, más fácil se me hizo entender el proceso, que terminó sacando el conflicto de la calle, para terminar, usando el tribunal como “zona de contacto”, como diría el maestro Cesar José Pérez Lizasuain.

“JUGANDO CON EL DERECHO” de Atiles-Osoria, recoge 120 años de cómo el Derecho fue, y es, utilizado como herramienta de dominación por el imperio que ocupa el país desde el 1998.  Esto un cuando, como documenta el autor, igualmente en ocasiones ese Derecho “como zona de contacto” fue utilizada también como arma de resistencia para los movimientos anticoloniales.

Así, además de trabajar el Derecho y los Tribunales como “zona de contacto” que termina despolitizando las controversias, el uso de la historia de la resistencia anticolonial como hilo conductor, termina siendo un excelente bosquejo de las luchas anticoloniales durante el pasado siglo en Puerto Rico. Bosquejo que se complementa con el listado de referencias para quienes quieran o necesiten ampliar la información. Este bosquejo y listado de referencias nada más, vale el costo monetario de la publicación.

Dividiendo la lucha anticolonial en cinco periodos, Atiles-Osorias detalla como a lo largo del siglo XX, los movimientos anticoloniales contestatarios utilizaron o no, dependiendo de los objetivos del momento, el Derecho como “zona de contacto”.

De igual forma, el doctor en sociología y filosofía del derecho detalla cómo a través de esos periodos, tanto el Estado metropolitano como la administración colonial, modifican y adaptan “el Derecho” dependiendo de sus necesidades del momento.

Los periodos en que Atiles-Osoria divide la historia son:

  1. 1898 – 1930: Movimientos anticoloniales y el uso del derecho en la etapa anticolonial
  2. 1930 – 1954: Conflicto colonial y el derecho en la etapa de arranque
  3. 1955 – 1960: Transición en el conflicto colonial: estado de excepción colonial y criminalización
  4. 1960 – 1985: La lucha por la independencia, el derecho y el reinicio del conflicto colonial.
  5. 1985 – 1992 Transiciones: la nueva lucha y la represión ante el fin del conflicto histórico.

Trabajando estas etapas, “JUGANDO CON EL DERECHO”, documenta la normalización por parte de las luchas anticoloniales del “estado de excepción” permanente que el propio Atiles-Osorias, en su libro “APUNTES PARA ABANDONAR EL DERECHO”,  ya había demostrado es la constante cuando viene la relación política entre la colonia y el imperio que ocupa el archipiélago puertorriqueño desde el 1898.

Así ese proceso documentado por Atiles-Osoria va explicando cómo el sistema fue exitoso desarticulando y/o despolitizando las diversas formas de luchas utilizando el Derecho. Es decir, utilizando la criminalización o la reglamentación del disenso y la lucha.

Igualmente documenta como al final del siglo XX y comienzo del siglo XXI esa despolitización de la lucha anticolonial fue saliéndose de “lo político” como “zona de contacto”, dando paso a unas nuevas definiciones y espacios de enfrentamientos que él llama “de frentes comunes”. Es decir, luchas obreras, estudiantiles, comunales o ambientales desvinculadas de estructuras políticas formales. Luchas que, como es mi hipótesis del resultado del “Verano 2019”, en muchas ocasiones terminan conscientes o inconscientemente regresando y normalizando al Tribunal y el “Derecho como “zona de contacto” legítima.

Leyendo el trabajo de Atiles-Osorias deduzco con preocupación que, de igual manera, ese proceso culmina normalizando el uso de las leyes de excepción, es decir esos estatutos que circunvalan nuestros derechos como solución a los problemas resultantes de la convivencia cotidiana de los seres humanos.  Estatutos, que al igual que el Derecho, al fin al cabo son producidos de las clases poderosas para mantener y salvaguardar sus intereses.

Igualmente, desde la lectura miro con preocupación que al según el orden colonial despolitiza los conflictos sociales, económicos, y de clase, criminalizando o reglamentando las acciones que les crean inconvenientes o problemas, los sectores contestatarios del país parecen comprar como válidad la tesis del “estado de excepción” proponiendo que el Estado nos recorte derechos, so color de seguridad y protección. Es así como vemos grupos de avanzada en las luchas por la equidad, que ante una crisis percibida o real, reclaman en la calle “estados de emergencias” y aumentos de lo que Carlos Rivera Lugo llama “la racionalidad adversativa”, como forma de manejar situaciones que en realidad son producto de la estructura colonial capitalista y que no pueden ser resueltos por reformas y mucho menos represión.

En fin, que independientemente de las preocupaciones que “JUGANDO CON EL DERECHO” provocaran en mí, lo importante es que este libro cumple con la regla más básica de cualquier publicación, “ser provocador”.

Nos provoca e invita a mirar nuestros procesos sociales desde la política, mientras nos recuerda que cuando viene al llamado “Derecho” como forma de resolver los problemas, en muchas ocasiones debiera llamarse más bien “torcido”.

 

Salud y Resistencia