Por Gary Gutiérrez

Hace unos tres meses, con alegría me enteré que, bajo el nombre de «Níspero» el amigo David Talavera retomaba el espacio de la calle Isabel donde ubicó el desaparecido Cabuki.

En aquella ocasión la visita fue agradable, y la comida excelente como era de esperarse.

Sin embargo, el propio David me admitió que el local daba servicio de forma limitada y que en unos meses, cuando a su entender todo esté listo, inauguraría con toda pompa y platillo.

Los que conocen a David Talavera, saben lo que eso significa. Comida de alta calidad, rigurosa técnica en el manejo, y el ambiente más informal posible.

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Así, y bajo estos principios, esta semana inauguró en Ponce: Níspero Asador, Vinos & Coctelería. Un negocio «Talavera hardcore» que se distingue por su estilo rústico y su obsesión con que sus comensales la pasen bien y sin «jaiberías» pretenciosas.

Del saque, con solo mirar el servicio en Níspero Asador, Vinos & Coctelería, se sabe que uno está en un negocio de Talavera.

Los y las meseras pendiente como un buen perro de caza, no se les escapa nada en el salón. Aún si algo no está al estándar, la mesera viene, se excusa y lo resuelve. Nada peor que la tendencia en muchos lugares donde uno reclama algo y el mesero pretende explicar porque el reclamo no es válido. Pero eso es para otro escrito.

El punto es que pasada la inauguración, y aprovechando la visita de mi cuñada estadounidense, le caímos a Talavera en Níspero Asador, Vinos & Coctelería.

No hubo sorpresa, la experiencia maravillosa, relajada y sobre todo sabrosa. Ni la presencia de políticos de carrera en el barra me la dañó.

De entrada, la doña y la cuñada le metieron a unas margaritas que estaban perfecta para combatir el calor que traíamos de la calles. Eso es mucho decir pues mi cuñada es una tejana que no tiene pelos en la lengua.

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Una a cero a favor de Níspero.

De aperitivo y para acompañar las margaritas, le metimos mano a unos «bacalitos fritos» con camarones. SIIII, con camarones.

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Sabrosas almohadillas de harina frita, condimentadas muy sutilmente y con unos pedasitos de pimiento morrón fresco y orégano que complementan maravillosamente el bacalo y el camarón que, como sorpresa, duermia en su interior…. Tuve que pedir un Buffalo Trace pa’ disfrutarlo como se debe.

Mientras disfrutamos del aperitivo y del ambiente, nos tomaron la orden. Chuletones de terneras a punto medio para la jefas, y para mí, arroz con jueyes y calamares en la tinta de estos últimos.

Por supuesto, el arroz no podía ser más criollo. Espeso y mojadito, invitaba a comerse solo. Pero le metimos habichuelas, por aquello de catar el nivel de fonda de la cocina… Pasó con «flying colors».

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De los chuletones de ternera, no voy ni opinar.

Su intenso sabor a carne de res complementado solo por una excelente sal rústica fue otro punto a favor de Níspero. De paso, este plato salió complementado por un arroz provincial que estaba para comerlo solo. ¡BRAVO!

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Tengo que admitir que nuestra orden se atrasó un poco. Sin embargo, lejos de justificarse, nuestra mesera Alondra fue proactiva, y se excuso antes de que nos percatáramos bien del retraso y, como compensación, nos trajo un platito de aguacate con cebollas y aceite de oliva, que le ganó la indulgencia eterna de la mesa.

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Así llegamos al final de la noche que, a sugerencia de Alondra, coronamos con un maravilloso Tiramisú balanceado a la perfección. Ni muy dulce, ni muy desabrido, simplemente sabroso.

En fin que me gustaría decir que Níspero Asador, Vinos & Coctelería me impresionó. Pero la realidad es que no, pues no esperaba menos de Talavera.

Definitivamente, el espacioso local, el ambiente agradable e informal, la atención profesional y la calidad de los alimentos, pone a Níspero Asador, Vinos & Coctelería en la corta lista de negocios que realmente disfruto en la ciudad.

¡Buen Provecho!

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