Por Gary Gutiérrez

Tras el paso de mi padre a la tierra de los ancestros, almorzar con mi madre los domingos se convirtió en un ritual impostergable.
Este domingo, y aprovechando que recién abrió, decidí dar la vuelta por Níspero, el nuevo espacio desarrollado en la calle Isabel de Ponce por David Talavera, uno de los chefs insignias de la ciudad.
Durante los pasados años, Talavera se alejó de la cocina para, como empresario, hacerse cargo del Centro Ferial. De esa manera, retornó a sus orígenes cuando adoptó a Ponce como su hogar dirigiendo varias hospederías.
Pero moro viejo mal cristiano reza un xenofóbico dicho español, así que a pesar de su éxito empresarial quiso regresar a donde realmente se siente cómodo, frente a la línea caliente de una cocina comercial.
De entrada, uno sobe que está en un local corrido por Talavera. Desde la bienvenida en la puerta el personal sabe de qué se trata la industria a de servicio.
Al mirar la carta, las lagrimas no me dejaban leer. Como mensaje de los dioses dos palabras explotaron ante mí, “caldo gallego”. Robusto caldo, con una delicada textura cargada de los zumos más íntimos extraídos de las carnes secas y los chorizos explotan en el paladar con cada bocado. Lo venden por tacitas y están sabroso que estoy seguro de que en algunos sitios debe ser pecado su consumo.
Por aquello de variar, ordené unos clamares fritos. Uffff, dos a cero en favor de David. El empando marisco cocido a la perfección, un punto antes de ponerse gomoso, está genial para bajar algún albariño de la casa. Ahora le advierto que, si los va a compartir, probablemente terminará pidiendo un segundo plato.
Como plato fuerte mi madre pidió unos camarones en mantequilla que al igual que los calamares llegaron cocidos al punto con un delicado sabor a mantequilla que precedía la intensa dulzura del crustáceo fresco.
En mi caso ordene un New York Strip Steak, solo vuelta y vuelta que me cautivo por su simpleza. Solo el sabor de la carne resaltado y complementado por sal y pimienta. Un tributo a la cocina simple y honesta.
Un detalle interesante que demuestra el nivel de la cocina de David. Cuando uno prueba los vegetales que regularmente acompañan las comidas, queda claro la atención que el maestro Talavera le pone a los detalles. Blanqueados al punto de tierno pero crocantes, con un delicado baño de mantequilla que complementa, pero no opaca el sabor natural del brécol, la coliflor y las zanahorias
En resumen, que si algo se puede decir de Níspero es que, a solo unos días de abrir sus puertas, ya encarna la disciplina, y el compromiso de Talavera con el sagrado ritual de sentarse en una mesa para disfrutar del buen comer y la buena conversación.
En estos días la escena gastronómica de Ponce parece tener un resurgir y definitivamente Níspero en la calle Isabel pronto será un referente de esa revitalización
¡Buen Provecho!!!!!
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