Teóricos, teorías sociológicas, psicológicas y criminológicas y la Justicia Juvenil: Robert Merton, Edwin Sutherland, Howard Becker.

Gary Gutiérrez

Universidad Interamericana de Puerto Rico

 

 

Introducción:

            Este escrito pretende presentar de forma escueta, por consideraciones de espacio, la visión que sobre el comportamiento desviado tuvieron algunos de los pensadores durante la primera parte del siglo XX. Además pretende, dentro de lo posible, contextualizar esas ideas en torno a la forma en que la sociedad actual se acerca a los jóvenes que se desvían de la norma.

El trabajo comienza mirando el pensamiento de  Robert Merton y su redefinición de la teoría de la anomia. Con esta nueva definición, Merton denunció las incongruencias entre las expectativas sociales y los recursos para alcanzar las mismas, como causas de la conducta desviada (Virgolini 2004). Se incluye  luego una revisión del trabajo de  Edwin Southerland, quien al estudiar los llamados crímenes de cuello blanco abrió las puertas para entender que el comportamiento desviado no esta necesariamente relacionado a causas patológicas individuales o ambiéntales, desarrollando así su teoría de la asociación diferencial (Virgolini 2004). Finalmente el trabajo pretende inspeccionar las reflexiones de  Howard Becker, quien formó parte de la llamada escuela del interaccionísmo simbólico, responsable de la teoría del “etiquetamiento”. La teoría del etiquetamiento llama a los criminólogos y sociólogos para que estudiaran a los que definen las acciones como desviadas y no necesariamente quienes realizan las mismas. Para Becker, y demás interaccionistas, la pregunta es ¿quién define al criminal?,  y  no ¿quién es criminal? (Baratta 2004).

Hoy, varias décadas después del pensamiento de estos académicos, los mismos han sido objetos de revisión, de ataques y de halagos. Incluso, en el albor del siglo XXI, escuelas teóricas como la criminología critica las atacan en mayor o menor grado, apuntando deficiencias y planteando alternativas de análisis (Baratta 2004 y Virgolini 2004).  No obstante, a pesar de que esta reflexión pretende mirar el trabajo de estos pensadores desde esa perspectiva crítica,  la tesis central de este escrito es que gracias a este pensamiento, y al de pensadores como ellos, se pudo romper con unos paradigmas criminológicos positivistas que minimizaban la conducta de la persona desviada como un problema individual que necesita corrección y rehabilitación para que el ofensor regrese a una conducta centrada y ordenada (Villa 2006).

En resumen este trabajo pretende plantear que los que hoy estudian al comportamiento desviado como resultado de las relaciones de poder y de las definiciones que de ella surge, tienen que agradecer el aporte que pensadores como Merton, Sutherland y Becker, entre otros, realizaron para allanar y abrir el sendero de investigación.

 

 

 

 

Robert K. Merton

            En su escrito “Robert Merton Dies at 92”, el profesor del Kirkwood Community Collage,  Joel C. Snell (2006), resume el pensamiento de Robert Merton al reproducir la pregunta lapidaria del intelectual americano de origen judío. «What do people do in a winner take all society, where most are then considered losers?» (Merton en Snell 2006). La contestación que según Snell (2006), Merton dio a esta pregunta fue que unos individuos se conforman, otros se retiran, algunos graciosamente se ciñen a la norma y otros se mueven al crimen. Muy pocos planifican revoluciones. La entrelínea de este pensamiento parece ser que el crimen es una de las posibles respuestas sociales ante las exigencias de la sociedad.

            Antes de ampliar esta interpretación y de discutir de forma más desarrollada el pensamiento mertoniano, parecería prudente mirar un poco al origen y la historia del hombre que Snell (2006) llama “Mr. Sociology”.  Al nacer, el intelectual que el mundo conoce como Robert K. Merton sus padres lo llamaron  Meyer Schkolnick, nombre que luego cambiaría como forma de evitar ser victima de los prejuicios sociales de la época. Vivió los primeros años de su vida en el sur de la ciudad de Filadelfia, Estados Unidos, junto a sus padres, una pareja de judíos que inmigraron de la Europa Oriental. Según el obituario publicado por el prestigioso rotativo The Economist (2003), Merton aseguraba que sus años de formación en los arrabales urbanos de Filadelfia fueron un buen comienzo para su vida. Allí, lo mismo se relacionó con jóvenes asociados a gangas callejeras, al igual que tuvo acceso a la cultura de la biblioteca, la escuela y las orquestas. “Toda una gama de capital, excepto el financiero” decía Merton, según citado en el mencionado obituario (The Economist 2003). Sus esfuerzos como estudiante en el sistema público de instrucción y una beca de la prestigiosa universidad de Harvard lo llevaron a finalmente doctorarse en sociología, materia que por mas de 40 años enseño en la Universidad de Columbia (The Economist 2003). Como parte de su legado académico, Merton produjo  conceptos que hoy son de uso cotidiano en el campo del mercadeo y la publicidad, así como en la sociología. Entre estos los términos anglos que hoy se han internacionalizado como «role model», «opinion leader», «focus group», «self-fulfilling prophesy», «unintended consequences», «peer group» (Snell 2006)

            Como se ve, el desarrollo de esos términos apunta a la grandeza de las aportaciones de Merton a la sociología y sobre todo a la llamada sociología aplicada. No obstante, las aportaciones de Merton a la criminología, tema central que ocupa este escrito no son menos significativas. Su gran aportación al estudio del comportamiento desviado es sin duda alguna el desarrollo y redefinición del concepto de “anomia” que ya los sociólogos que se adherían a la llamada escuela Funcionalista, como Durkheims, habían conceptualizado. Merton definió anomia como las incongruencias y desproporción entren las metas culturales y los medios institucionales disponibles para alcanzar los mismos. El comportamiento de desviado, según Merton no es producto de una patología de la estructura social, ni un resultado natural de factores bioantropológicos. Además explicó que en una sociedad, el comportamiento desviado es un fenómeno normal e incluso necesario para mantener el equilibrio y el desarrollo sociocultural. Solo cuando la desviación se sale de proporción, la misma es considerada por Merton como un problema (Baratta 2004; Virgolini 2004;  y Villa 2006).

Como dramatiza la cita que fue tomada prestada del escrito de Snell (2006) y que encabeza  a este inciso, la desviación, en este caso la criminal, no es más que otra posible respuesta, tan normal como cualquier otra, ante la anomia social. Según la teoría funcionalista, de la  que se nutre de Merton, hay identificadas cinco posibles forma en que el individuo se adecua a la anomia. Estas son: la conformidad, la innovación, el ritualismo, la apatía y la rebelión. El comportamiento criminal está incluido como una forma de innovación, ya que este comportamiento es simplemente otro método para alcanzar sin cuestionar las expectativas sociales (Baratta 2004).

Si tomamos la anterior explicación como correcta, es fácil de ver cuan adecuada es la misma para explicar el comportamiento desviados en la sociedad de consumo en que según algunos se vive en el Puerto Rico del siglo XXI. Por ejemplo, en la sociedad puertorriqueña, los jóvenes son bombardeados con mensajes que le crean necesidades que solo se satisfacen mediante el consumo, mientras que la sociedad, no le provee los espacios legales para que generen el dinero necesario para suplirse esas necesidades. Sin embargo estas oportunidades si las encuentran en el mercado negro de las sustancias criminalizadas (Villa 2006).

A pesar de las críticas, a la teoría de Merton todavía puede mantener vigencia. Aunque la misma es criticada pues mantuvo el paradigma de que la criminalidad está ligada a la pobreza. Además los nuevos criminólogos la critican pues  no cuestiona los procesos de poder que definen y categorizar como desviado uno u otro comportamiento (Villa 2006).

Sobre la validez de este binomio pobreza/criminalidad, sí habló Edwin Sutherland, pensador que ocupara el próximo inciso de este trabajo.

 

 

 

 

Edwin Sutherland

Para la década del 1920, Edwin Sutherland era un joven profesor en la Universidad de Illinois, Estados Unidos de América.  Aun cuando su preparación doctoral era en sociología con una concentración economía política, el jefe de su departamento le invitó a escribir un libro sobre criminología, disciplina sobre la cual Sutherland dictaba algunos cursos.  De la invitación surgió lo que hoy día es considerado uno de los libros mas emblemáticos del campo académico de la desviación. Titulado originalmente en el 1924 Criminology, el escrito, hoy es conocido por el titulo bajo el cual se reeditó revisado en 1934, Principles of Criminology (Wright, Millar, 2006). Tanto esta como ediciones posteriores convirtieron el libro en la publicación mas influyente del campo de la criminología, según la Eclopidia of Criminology (Wright, Millar, 2006).  En esta edición del 1934, que es publicada luego de que Sutherland aceptara un puesto de profesor en la prestigiosa University of Chicago, el pensador esboza por primera vez su teoría de «differential association theory.» (Wright, Millar, 2006). La teoría de la Asociación Diferencial explica que los llamados criminales aprenden las técnicas y las actitudes necesaria para “oficio” de otras personas que ya han dominado las mismas. Según esta teoría, los grupos enseñan las técnicas, las motivaciones, las actitudes y las racionalizaciones, como si fueran “definiciones” que pueden ser, o no,  favorables a la violación de Ley (Wright, Millar, 2006).  “Los teóricos de la asociación diferencial afirman por tanto que una persona llega a ser delincuente cuando las definiciones favorables a la violación de la ley prevalecen sobre las desfavorables.” explica Massimo Pavarini (2003, Pag 120 y 121)  en su libro Control y Dominación.

Paralelo con este desarrollo, Sutherland dividió si atención a un aspecto que al momento pasaba desapercibido por los estudiosos del crimen. Desde la década del 1920 Sutherland se enfocó en las acciones criminales de los poderosos y las corporaciones. Acciones que hasta el momento de la publicación de sus hallazgos en el libro White Collar Crimes de 1949 nadie consideraba como criminales (Wright, Millar, 2006). El trabajo sobre el crimen de Cuello Blanco de Sutherland comenzó con la recopilación y estudio de sobre 90 casos y decisiones judiciales y administrativas en contra de setenta de las compañías mas importantes de los Estados Unidos de América.  Este análisis lo llevo a concluir que las corporaciones comenten delitos en la misma proporción que los llamados criminales comunes. Por tanto concluyó que el binomio pobreza/delincuencia es uno cuestionable, que si bien la pobreza puede producir criminalidad, no es menos cierto que no es la razón exclusiva ya que no solo los pobres pueden cometer acciones criminales. (Virgolini 2004).

Partiendo de la teoría de la Asociación Diferencial queda descartadas las  explicaciones positivistas del comportamiento criminal como un producto de patologías biológicas individuales o sociales (Virgolini 2004). Su trabajo liberalizó el estudio del comportamiento criminal de las cargas de paradigmas y mitos arraigados desde el comienzo del siglo XX

… significo romper con algunos de los mitos más arraigados en los estudios de su época, desplegados en el marco de las asunciones etiológicas, que se fundaban en una intima asociación entre la pobreza, las patologías sociales y personales y la delincuencia (Virgolini, 2004, Pag.47)

 

Esta rotura con esos paradísimos fue un “salto cualitativo en relación si se compara con la teorías” prevalecientes en la época y que definían al criminal en términos patológicos. Esta teoría de la asociación diferencial, contrario a la teorías de las escuelas positivistas, invirtió “la definición de la patología volcándola del criminal a la sociedad” (Pavarini, 2003  Pag. 121).

En resumen, los trabajos de Sutherland y su teoría sobre la asociación diferencial parecen ser un excelente marco teórico para acercarse al comportamiento desviado de los jóvenes, que es el tema central de este trabajo. Si se parte de la premisa de que los jóvenes son un grupo con sus propias costumbres, visiones de mundo diferentes e incluso sus propias instituciones como lo serian las gangas; esta teoría explica como los jóvenes aprenden entre ellos mismos las “definiciones” que pueden o no ser favorables al crimen. Ejemplo, las acciones de una ganga, no son otra cosa que la respuesta cultural de ese grupo a sus circunstancias. Estas respuestas se aprenden y se reproducen dentro del mismo grupo. Por otra parte esas respuestas pueden o no ser definidas como acciones criminales. Precisamente la forma en que el grupo dominante en una sociedad define a otra como criminal se conoce como la teoría del etiquetamiento y Howard  Becker es uno de sus teóricos más emblemáticos.

 

 

 

Howard  Becker

Formado académicamente en la Universidad de Chicago a mediados del pasado siglo XX, Howard  Becker se adhiere a la escuela de pensamiento denominada “interaccionismo simbólico” y además enfoca su interés en investigar la influencia de la estructura social en las acciones y la identidad de los individuos, según la publicación cibernética de los estudiantes graduados de sociología de la Universidad de Colorado (S.F.).  A grosso modo se puede decir que el interaccionismo simbólico expone que la realidad social es el resultado de la interacción de los individuos, a los que la sociedad misma le va confiriendo significados o definiciones que mas tarde se concretizan extendiéndose y reproduciéndose gracias al lenguaje. Es decir, si a un individuo el colectivo lo cataloga de una manera, esa eventualmente será su identidad (Baratta 2004).

De este interés en el interaccionismo simbólico, Becker desarrolla su mayor aportación a la sociología de las desviación, la teoría del etiquetamiento (Sociology graduate students at the University of Colorado, S.F.).  La teoría del etiquetamiento de Becker, expone que los llamados delitos, o las acciones que se definen como tal, no son definidos como tal por su naturaleza.  Estas acciones son catalogadas como desviadas como al aplicarles las normas impuestas como parte de la relación de poder de diversos grupos sociales (Villa 2006). Con esta teoría del etiquetamiento, el interés del estudio del comportamiento desviado no se enfocará en el individuo, sino en la sociedad, cambiando no solo las premisas, sino también las interrogantes de los criminólogos y sociólogos de las desviación. Quién es el desviado deja de ser importante dando paso a otras interrogantes como:  

¿quién es definido como desviado?, ¿qué efectos acarrea esta definición para el individuo?, ¿en que condiciones este individuo puede llegar a ser objeto de una definición, y, en fin ¿Quién define al desviado? (Baratta 2004 Pag. 87).

 

En este sentido, se puede percibir como el estudio del comportamiento desviado desde la perspectiva interaccionista se va a enfocar mas en el análisis de cómo funcionan los mecanismos sociales de control como la policía, los jueces, y las cárceles, entre otros. (Baratta 2004).  

Otro aspecto interesante de la teoría de Becker es el efecto de la estigmatización o etiquetamiento en jóvenes que desarrollan conductas desviadas. Conductas que si bien no provocan daños a otros no dejan de ser ilegales o repudiadas socialmente (Baratta 2004; Villa 2006).   Sus observaciones se concentraron en fumadores de canabis sativa, es decir mariguana, y mediante ellas Becker señaló cual es la consecuencia mayor de sancionar conductas como esta.

Analizando la típica carrera de los fumadores de mariguana en los Estados Unidos, Becker ha mostrado que la más importante consecuencia de la aplicación de sanciones consiste en un cambio decisivo de la identidad social del individuo; un cambio que tiene lugar en el momento en que se le introduce el estatus del individuo. (Baratta 2004  Pag. 88).

 

Por tanto, esta teoría entiende que una vez señalado el individuo como consecuencia de una acción desviada, no le quedarán muchas más opciones, excepto asumir esa etiqueta y seguir con un patrón de conducta desviada. A esa primera violación de la norma se le conoce como “desviación primaria” y las violaciones que se deriva de esta se le conoce como “desviaciones secundarias” (Baratta 2004).

Tomando como base todo lo discutido sobre esta teoría anteriormente,  es fácil inferir la importancia que tiene esta teoría en el estudio de la llamada Justicia Crimina, donde se estudia una población que se supone que esta en una edad donde comienza a definir su identidad y  donde aparenta usar el reto a la autoridad como una de las herramientas para ese proceso de autodefinición.

 

 

 

Conclusión:

 

            La rápida mirada del pensamiento de estos tres académicos deja claro varias premisas. Primero y antes que todo, demuestran lo heterogéneo del pensamiento en las mal llamadas ciencias sociales, las que deberían llamarse Disciplinas.

Segundo al mirar estas teorías, se puede afirmar que las mismas no son excluyentes las unas de las otras y que el investigador social las debe conocer todas, de tal manera que pueda incorporar las más adecuadas a es sujeto de análisis.

Tercero, el desarrollo de estas teorías documenta como el desarrollo del pensamiento sociológico en el siglo XX se fue apartando de la visión positivista de la sociedad y para esos efectos del análisis del comportamiento desviado. Esas teorías pretendían reducir el comportamiento de los seres humanos a un objeto de estudio bajos los parámetros de las ciencias naturales, es poco a poco sustituida por formas de analizar mucho más eclécticas que reconocen que no hay soluciones únicas para problemas complejos como los que pueden derivarse de la desviación social.

Si algo se puede sacar en claro de este ejercicio de análisis es que el problema del comportamiento desviado va mas allá del individuo que se aparto de una norma y que, bajo el eufemismo de la rehabilitación, tiene ser reprimido para que vuelva a ser una persona centrada, como dice el doctor Joel Villa en su libro Crimen y Criminalidad en Puerto Rico: El Sujeto Criminal (2006). De este vistazo a las teorías de Robert Merton, Edwin Southerland y  Howard Becker es fácil entender que para comenzar a manejar el comportamiento desviado en una sociedad, al que se tiene que someter primero a los procesos de rehabilitación es al colectivo mismo…

 

Referencias:

      • Baratta, Alessandro, (2004) Criminología Crítica y Crítica del Derecho Penal. Siglo Veintiuno Editores. Argentina
      • Cataño Gonzalo, (2006) Robert K. Merton. Espacio Abierto. Cuaderno Venelozano de Sociología. Vol. 15 Nos. 1 y 2 (enero-junio 2006). Maracaibo Venezuela. Accesado el 7 de noviembre 2006 a través del banco de datos Web Wilson.
      • Pavarini, Massimo (2003) Control y Dominación. Buenos Aires, Siglo XXI Editores
      • Wright Richard A., Miller J. Mitche (2006) Enciclopedia of Criminólogy. Routledge, New York. Accesado en línea el 9 de nov del 2006 en http://www.routledge-ny.com/ref/criminology/sutherland.html  
      • The Economist, (2003) Obituary: Robert Merton. Vol. 366, Issue 8315 Accesado el 7 de noviembre 2006 a través del banco de datos EBSCO 
      • Snell, Joel C., (2006)  Robert Merton Dies at 92. College Student Journal 40 no2 250-2 Je 2006. Accesado el 7 de noviembre 2006 a través del banco de datos Web Wilson.
      • Sociology graduate students at the University of Colorado web page, (S.F.). Contemporary Thinkers and Topics in Symbolic Interactionism. Accesado en línea el 9 de nov del 2006 en http://socsci.colorado.edu/SOC/SI/si-becker.htm  
      • Vigolini, Julio S., (2004). Crímenes de cuello Blanco, crimen organizado y corrupción. Editores Del Pueblo, Argentina
      • Villa, J, (2006) Crimen y Criminalidad en Puerto Rico: El Sujeto Criminal. San Juan, Ediciones Situm